El Entierro de la sardina

El Entierro de la sardina
El falso sacerdote
Las raíces de esta fiesta son del siglo XVIII en el reinado de Carlos III (1716-1788). El Rey publicó un decreto que estableció una última fiesta antes de la Cuaresma. Había una abundancia de sardinas pero por desgracia no se las pudiera comer antes de que se pudrieran y el rey dio órdenes para que sean enterrados en las afueras de la ciudad. Lejos de apagar los ánimos de la gente, los encendió y las sardinas fueron escoltadas a su lugar de descanso final por una multitud entusiasta con mucho humor en una parodia o sátira de una procesión fúnebre.

El ambiente carnavalesco y la alegría de vivir de la gente queda patente en El Entierro de la sardina pintado por Goya alrededor de 1816 y muestra cómo se ha convertido en una tradición popular.

A medida que la alegría se va gastando y la Cuaresma y sus ayunas se acerquen, los portadores del féretro llevan a la sardina hasta la muerte por fuego. Detrás de ella camina el falso sacerdote acompañado por los monaguillos, que son mujeres, y de las “viudas” que pueden ser mujeres o no, vestidas de luto riguroso.

La banda municipal toca endechas y lamentos como la procesión serpentea lentamente alrededor del pueblo. Al llegar a la plaza donde se quema la hoguera, el falso sacerdote la "bendice" antes de que sea consignado a las llamas acompañada por las lamentaciones de los espectadores.

Y después la gente bebe vino y come sardinas ¡claro!




Pascua/Cuaresma
Domingo de Ramos
Semana Santa