Ya en 1734 encontramos en Palma la noticia de la participación de gigantes en
la procesión de la fiesta del Corpus Cristo en Palma cuando había cuatro
parejas que representan las cuatro grandes ramas de la humanidad. Más
tarde se les unió el noveno que representa el mar.
Jugaron un papel activo en los festivales locales hasta que un edicto
de Carlos III en 1780 que prohíbe bailes, figuras y otras representaciones
en las procesiones religiosas. En Palma, los gigantes se refugiaron en el
Convento del Socorro Buen pero siguieron saliendo para participar en actividades
festivas, mientras que las autoridades, muy consciente de su popularidad, hicieron
la vista gorda.
Con el tiempo desaparecieron y no fue hasta 1903, cuando el Ayuntamiento empezó
a buscar un par en Barcelona en alquiler, que los gigantes comenzaron su regreso
gradual en las procesiones.
En 1973, cuando ya habían Tòfol y Francinaina, los gigantes que guardan
la entrada al ayuntamiento de Palma , el ayuntamiento encargó a Mateu Forteza
hacer dos músicos, uno tocando la flauta y el tamboril tradicional mallorquina
y el otro tocando el xeremía mallorquín, muy parecido a la gaita escocesa.
Desde entonces, los gigantes han sido acompañados por sus propios xeremiers gigantes, así como los de un tamaño humano.